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Dos años y un puñado de emociones

8 diciembre 2011

Un día como hoy, hace dos años, comencé este blog sin expectativas. Me creía incapaz de sacar adelante semejante empresa, por ese terror mío a la tecnología,  pero, sobre todo, por no considerar que mis vivencias pudieran interesar; desde el principio, supe que este espacio, de salir adelante, nada tendría que ver con mi obra literaria; sería una suerte de diario, en el que la improvisación brincaría a su antojo. Me puse manos a la obra, aunque a todos oculté su existencia. Pasados unos días, apenas tres o cuatro personas estaban al tanto del proyecto. Me obligué a facilitar la dirección de esta página, al menos, a una persona por semana; cada vez que lo hacía eran tales los miedos que un sarpullido se me asentaba en el rostro, ¡quién lo diría! Han pasado muchas cosas, yo diría que demasiadas. He disfrutado de momentos de gran calma y de otros en los que  temí que las turbulencias me llevaran consigo; un milagro me retuvo. He sido muy feliz por cosas tan pequeñas que si las contara más de uno me tomaría por loca. He sufrido también: si algo ha caracterizado a estos últimos doce meses ha sido la adversidad. Nunca pensé, ni en la peor de mis pesadillas, que la existencia pudiera llegar a ser tan  inhóspita. Tampoco creí que la miseria, la material, la que conduce a la pobreza, fuera hacerme presa. Pero lo hizo y aquí sigo con ella y con sus extrañas maneras. Aparecieron manos amigas, en su mayoría desconocidas, que cubrieron esta gélida vivienda con un manto de calor. Conocí a gente nueva y aprendí, precisamente de un desconocido, lo que el rencor y el odio pueden llegar a destruir: todo. Ha sido un año de muchas lecturas y sólo por ellas, ha merecido la pena seguir caminando. Solamente quien ame las letras y lleve lustros sin leer, como era mi caso, puede valorar esta afirmación en su justa medida. Demasiados ruidos como para concentrarme, demasiadas penas con las que lidiar y un sinfín de asuntos por resolver. Poco a poco, he ido saborearando aquellos volúmenes que añoraba, aun sin conocerlos, y que me han ido insuflando nuevo aliento. Mis escritos, a causa de tanto enredo, han sido postpuestos. Meses atrás, mi imposibilidad para pergeñar nuevas historias me soliviantaba; ahora convivo en armonía con esta esterilidad mía, ¿qué otra cosa puedo hacer? Sólo un cambio podrá sacarme de este embotellamiento, el mismo que hará que este blog desaparezca, porque no desearía prolongar mucho más esta bitácora. Mientras escribo, envuelta en niebla, uno de mis primeros lectores está muriéndose, o eso dicen. Dan por sentado que morirá y la lógica impide que uno siquiera considere lo contrario, pero yo, aunque no dejo de derramar lágrimas por esta hada luminosa que transforma cualquier rastrojo en una espléndida guirnalda de flores frescas y cuya paz, aun cuando ella misma camine entre zozobras, uno puede palpar y degustar, creo que, aunque me tilden de insensata, sobrevirá de igual manera que este espacio, al que tantas veces he querido matar.