Archive for the ‘Uncategorized’ Category

Zambullida’s Podcast

25 septiembre 2022

Los días se acortan, pero se sigue laborando porque las horas cunden poco cuando uno se zambulle en nuevos proyectos. En mi caso, ha sido un podcast, mi podcast —el único que poseo y el único que, de momento, deseo poseer—, Zambullida’s Podcast que anoche, por vez primera, salió a las ondas para surcar este océano que es Internet y para conocer también otros mundos, tal y como le sucedió a este humilde blog hace ya más de una década. Y ha sido un proceso muy arduo en el que se han entremezclado problemas técnicos con una constante sucesión de faringitis que me impedían grabar ese primer episodio, cuyo texto había pergeñado yo con muchos esfuerzos, tal vez por tratarse de un formato desconocido o quizás por esa obcecación mía por la belleza que hace que persiga la excelencia en todos mis propósitos. De hecho, estaba prevista su publicación, por abordar este primer episodio la vuelta al cole, entre otras cosas, para comienzos de septiembre, pero la vida me llevó por otros derroteros que hube de aceptar un poco a regañadientes. Ayer mismo, por la mañana, lloraba desconsolada pensando en la imposibilidad de publicarlo antes de octubre por tantos obstáculos como he tenido que sortear en las últimas semanas y que hasta el último momento se han obcecado en importunarme. Aquí está, recién parido, este primer episodio de este Podcast que espero mimar tanto como en su día hice con este espacio. Aquí lo dejo a disposición de todos. Añado que lo podéis encontrar, de momento, en Spotify, Anchor y en Apple Podcasts. Nos vemos en la estratosfera, pues.

P.D.: La bellísima portada del podcast me la elaboró con mucho cariño mi querida Bypils. 

Pestilencia

16 marzo 2022

Pasa el tiempo con tanta rapidez que apenas se palpan los días, siendo yo muy de minutos y de convertir cada instante en un acontecimiento para hacer o no hacer, porque en la holganza halla también uno provecho. De hecho, no hay horas más fructíferas que las destinadas a la contemplación de la vida: el repiqueteo de la lluvia en los cristales, el agitarse una rama florida o esas brisas cálidas que regalan estos meses locos en los que tan pronto llueven arenas desérticas como rayos y truenos. Añoro el campo, el vivir en un aislamiento absoluto en medio de esas nadas que a mí me llenan de todo y que ahora están tapizadas de verdes y anhelos. El vivir inmersa en la naturaleza es un gran privilegio que echo de menos. Me recuerdo sumida en paseos, lecturas y escritos y en una completa soledad apenas interrumpida por mis visitas al carnicero o a la tienda de ultramarinos. Ese estar a solas con el silencio nutría, aceraba los sentidos y la percepción de la realidad, especialmente de lo bello. No había detalle, por nimio que pareciese, que no destilase belleza y entre hermosuras, a veces muy banales, como un puñado de alcachofas desperdigadas por un plato de loza, transcurrían mis benditas horas. Nada o casi nada precisaba. Era una vida espiritualmente tan abundante que esa contemplación consumía una buena parte de mi tiempo y a veces me zambullía en tremendos éxtasis; tanta maravilla me llenaba de un sosiego que aquí, en las urbes, resulta difícil de hallarse. Sé que algún día regresaré al campo, a esa vida sustanciosa que en las ciudades resulta tan anodina e insípida, a ese observar cómo las estaciones van cada día sembrando su huella, engalanando con hermosura y dicha y dotando al vivir de una enjundia que no frecuento en esas ciudades, que aun acicaladas, me resultan insulsas, ruidosas y pestilentes.

Porvenir esplendoroso

9 mayo 2021

Los ánimos van serenándose tras la avalancha de acontecimientos que trajo abril, un mes siempre amable y hermoso que este año me obsequió con males en tropel que algún día entenderé. Mayo ha de ser más benévolo, porque sencillamente ha que serlo. Aquellos tiempos en los que me zambullía en los paisajes castellanos quedan muy atrás, pero han de retornar muy pronto porque amo la vida y las infinitas posibilidades que a diario se nos brindan para hacer el bien y crear, con pequeños gestos, un mundo más liviano y más coqueto. Sería un mundo bordado de flores, de atardeceres impetuosos o somnolientos, según el día y las apetencias, de paseos a la luz de la luna, de tazas de café, de filmes y de lecturas que absorben de tal modo que uno olvida hasta su paradero. Y hace unos años me sentaba en una desvencijada silla de mimbre en un recoleto jardín a contemplar el relucir de los cielos, el revolotear de los pájaros, el cimbrear de las hojas de los árboles… Entonces cada brisa acariciaba el alma y susurraba historias de anhelos y esperanzas. Y todo acontecía en medio de un silencio que me llenaba de belleza, de paz y de verdad, que son, además, una misma cosa; era un silencio que enlucía, que bisbiseaba palabras de amor, de ese amor eterno que no gastamos los hombres, de esa infinitud en la que todo cobra tino y sentido. En esas extensiones yo moraba, y lloraba, y reía, y confiaba, y añoraba aún un porvenir mejor que habrá de llegar porque, tras lo sucedido, solamente restan bellezas y esplendores. Y cuando lleguen, reiré y soñaré en estancias almidonadas de paz y de belleza donde el mal jamás hallará acomodo.

Miel y compota

7 junio 2020

La pandemia mata, pero también lo hace la mentira y cuanto se hace y planifica con la intención de herir al otro. Si uno se habitúa a conducirse con falsedades y amenazas, resultará imposible adoptar, ante la realidad, otro “modus operandi”. Por otra parte, los malos modos suelen perpetuarse y transmitirse de generación en generación. Con la paciencia y la dulzura, en cambio, se ganan más adeptos; hasta al más cerril de los hombres pueden desarmarle gestos bonitos que no busquen tanto la revancha como la concordia. Curiosamente, cuanto menos se persigue la justicia, más fácilmente acaba ésta llegando a nuestras vidas; la mansedumbre es el gran garante de las causas imposibles; sin olvidar que la paz y la cordura se alimentan callando ante las provocaciones. No es fácil: las embestidas duelen y cuando son muy seguidas le van llenando a uno de una rabia que puede desbordar. Es entonces cuando más conviene reflexionar sobre los beneficios o perjuicios que traen las batallas por causas que, de antemano, sabemos perdidas. Lo sensato, en estos casos, es desahogarse con un amigo o, llegado el caso, escribir y describir los pesares, analizar sus verdaderas causas y desprendernos de ellas para que, así, dejen de arañar; se olvida con más rapidez cuanto no es tenido en demasiada consideración. No se trata tanto de tener la última palabra, como de poseer pocas y sabias palabras siempre traspasadas por suaves destellos que sepan a miel y a compota; ése y no otro es el sabor de la bondad y de la compasión.

Desenfreno

29 marzo 2018

Pese a los caprichos de la veleidosa primavera, mantengo un tono animoso. Si caigo, me levanto y antes del descanso consigo enderezarme y aun sosegarme; si no lo hiciera, me pasaría las horas en vela oteando las sombras del porvenir o imaginándomelas. Confío en que las buenas nuevas me pillarán por sorpresa y me harán reír y llorar a un tiempo. Ponerse en lo peor sólo desgasta; a veces lo peor sucede o parece que sucede, porque los acontecimientos cambian en cuestión de horas: lo que parecía aterrador sobrecoge por su benevolencia, es cuando la magnanimidad engolfa el mundo y lo pone del revés. Quienes no presumimos sino de desatinos somos más dichosos que cuantos esgrimen poderosas razones y raciocinios que las más de las veces se desmoronan. Ser loco es maravilloso; las dificultades no se esfuman pero se viven de otra manera. Vivir apenas fatiga y las complejidades se deslíen en un saborear los minutos, en no dejarlos ir de vacío sin pasar antes por uno. Así la vida ni se escurre ni desparrama; se sufre, pero el dolor se sobrelleva con resignación y hasta a ratos se burla uno de él y se entrega a un desenfreno de carcajadas. Entiendo que esta actitud desconcierte, pero los chiflados somos así de audaces y también de mentecatos; este discurrir es, precisamente, el que nos salva aun en medio del desquicio y de esa maldad que gastamos los hombres.

Entre almidones

14 agosto 2016

«Estamos en el mundo para servir a los hombres… Y la mejor forma de servir a los hombres es hacer aquello para lo cual se possen las aptitudes adecuadas.»

Edith Stein.

imageAl leer a esta gran mujer, me imbuyo de paz. En medio de tanto barullo, hay propósito y éste, aun navegando por un mar de despropósitos, se mantiene y aun se fortalece pues, en mi caso, la adversidad sustenta mis metas para darles una dimensión más real y también más espiritual; ambas esferas no están reñidas, en cualquier caso. Y ese caminar con la certeza de saberse bien encaminado, aun entre oscuridades, regala rayos de esperanza; en medio de la grisura una luz relampaguea para alumbrar cuanto anhelo y recordarme, así, que mis aspiraciones no son quimeras. Es cuando el entendimiento se hinche de amor y esperanza, pues sabe que al final entenderá el puzzle y que todas las piezas que lo componen hallarán hermoso acomodo. Aquí me hallo en esta eternidad que en estos días ha recalado en agosto, en un mes lleno de bondades, pues los días son más cortos y las noches más frescas. En esta templanza el alma se amodorra, se relaja y, sin darse cuenta, se almidona ¡Bendito agosto!