Y llegó la Resurrección y, con ella, la esperanza en un porvenir despojado de quebraderos de cabeza y atestado de horas de fructífero trabajo; para mí la dicha equivale a laborar, a batirme el cobre para diseñar nuevas metas y alcanzar también aquellas que se han ido abandonando en el sendero, que a veces no es ancho y venturoso, sino estrecho y farragoso. Las dificultades no han de encoger las miras, no han de hacerlo so riesgo de perder el norte y sumergirnos en fangos en los que todo lastra y nada procede. Hemos de preservar el oremus como a las niñas de los ojos; sólo así se alcanzarán dichas postpuestas por los atrasos que a veces nos impone el guión de la vida. Estoy, además, cansada de postergar lo inevitable, de vivir a merced de demasiados asuntos que no me competen, de temer que suceda esto o lo otro. Los funestos miedos frenan más que mil caballos juntos en medio del camino; hay que maniobrar con holgura, sin concebir errores o fracasos, que son los verdaderos oponentes; a su lado, los supuestos enemigos carecen por completo de calado. Pido, por ello, valentía, pues del arrojo saldrán esperanzas y uno, de forma inevitable, se pondrá en movimiento y dejará de postponer lo impostergable. No albergo, sin embargo, arrepentimientos porque todo tiene su tiempo y porque la mirada ha de estar muy abierta para vislumbrar las metas y zambullirse de lleno en este momento que ahora mismo acontece; los objetivos se labran día a día, momento a momento. El porvenir estará baldío sin estos pequeños momentos, sin ese vivir cada modesto instante.
Archive for the ‘Pascua’ Category
Instantes y Momentos
20 abril 2022Felonía
15 abril 2018Hace unos días las antiguas alumnas de mi cole crearon un grupo de Whatsapps para organizar un festejo. Según las leía, parecía que hubiesen vivido una infancia y una adolescencia distintas a la mía. Mi malestar fue creciendo sin saber yo el porqué y de pronto hoy ha estallado de tal modo que por un momento me he visto aquejada de mil dolores y angustias. En unas horas he revivido los horrores que sufrí en aquel lugar, las calumnias, infamias e injusticias de las que fui objeto sin merecerlo. Era sólo una niña, buena y aplicada, aunque también movida y charlatana a causa de mi hiperactividad. En aquellos años esos diagnósticos no se estilaban, así que sufrí lo indecible a manos de profesores y tutores que parecían disfrutar vilipendiando a una indefensa colegiala. A punto estuvieron de expulsarme por un delito que jamás cometí; lo hizo una compañera por mí, pero yo cargué con sus culpas. Creí que en algún momento me libraría de aquellas terribles embestidas que padecía yo, que admitiría su error; jamás lo hizo y jamás desvelé su delito. A fecha de hoy, sólo somos tres las que sabemos lo que de veras acaeció y sospecho que el secreto se irá con nosotras a la tumba. O quizá lo desvelara yo misma en “February”, en ese primer borrador de mis memorias que algún día verá la luz; no lo recuerdo, no he vuelto a releerlo. Pese al desconsuelo que hoy me asola, sé que en unos días volveré a ser quien erá y renaceré, como suelo, de mis cenizas. He de ordenar las emociones, procesar la información que en unas horas me ha engullido y recordarme a mí misma que no debo escapar del dolor. Pretender que no ocurrió lo que sí ocurrió es una pésima solución; cuando menos te lo esperas, el dolor te atrapa para retorcerte y dejarte sin vida. No quisiera estar en el lugar de aquellos que perpetraron semejantes felonías.
Cantos de alabanza
28 abril 2017Estos abriles míos han estado sembrados de sobresaltos; parece que las tuercas se aprietan más y más y uno no sabe ya qué hacer, excepto padecer. Sin embargo, restan tres días para que el mes se acabe y tengo tantas esperanzas puestas en este bendito abril que hasta me parece que en tres días se puede obrar el milagro que preciso: Pasos he dado y en cuestión de horas, lo imposible parece verosímil. Si fuera cierto, si por una vez los obstáculos se encogieran de miedo y de vergüenza y me dejaran corretear a mis anchas por esas llanuras castellanas que amo y aborrezco a un tiempo… Si fuera cierto, regresarían la paz y hasta la dignidad que me ha sido arrebatada. Si fuera cierto, cantaría a los cuatro vientos las venturas de la Pascua, de la Resurrección. Si fuera cierto, mi cuerpo abandonaría su sepulcro, se libraría de incómodas mortajas y danzaría como si le hubiesen insuflado vida de nuevo. Anhelo vivir, respirar sin miedo y ser quien soy sin ser abofeteada por ello. Pido tan poco que, a cualquiera, mis aspiraciones le resultarán ridículas. Sólo ambiciono lo que todos poseen, lo que la mayoría disfruta sin pararse a pensar si merece o no. Es de sabios ser agradecidos; la gratitud se codea con la paz y con la dicha. Ojalá pueda yo hoy mismo entonar cantos de alabanzas. Ojalá. Ahora me voy a agradecer que estoy viva, aunque a ratos preferiría no estarlo.